📷 Captura Semanal #5
Cuando no todo está listo pero igual se comparte: Reflexiones, visitas y lecturas en una edición escrita desde el caos (y el cariño)
¡Hola, hola!
¿No les pasa que parece que llueve hace una semana entera? Ya ni me acuerdo cómo era ver el sol. Es como si fuera de noche todo el día… y no voy a mentir: un poco me gusta. Este clima medio lúgubre me da una excusa perfecta para frenar, estudiar, escribir y tomar cafés con calma (mi verdadera motivación académica, si somos sinceros).
Estoy cursando varias materias en la facultad, y si bien no todas tienen el mismo brillo, la verdad es que estoy aprendiendo muchísimo. Lo que más disfruto de haber retomado los estudios es ese momento de pausa que implica salir a tomarme un cafecito y leer algo por gusto (o por obligación, pero disfrazado de gusto). Y aunque tengo muchas responsabilidades académicas encima, trato de mantener esa idea de hacer las cosas sin apuro, con el ritmo que me permite disfrutarlas. Porque correr no siempre es sinónimo de avanzar, ¿no?
También estoy formando parte del Proyecto PAC en la galería Gachi Prieto, y está siendo una experiencia increíble. Estoy compartiendo seminarios y aprendizajes con curadores, educadores y artistas que admiro mucho, y ya habrá momento de ir presentándoles a algunos de ellos por acá. Estoy segura de que les va a interesar todo lo que se viene.
Estos últimos meses tuve más trabajo del que esperaba (¡plot twist!). La idea era concentrarme de lleno en los estudios, pero bueno, no siempre se puede cumplir todo como uno planea. Lo que sí me sigue emocionando un montón es cuando alguien se acerca a contarme sobre sus proyectos o me pide ayuda para darles un empujón. Me pone muy feliz saber que algunos artistas que acompañé desde hace tiempo están empezando a tener el reconocimiento que merecen. También tengo a varios un poco colgados, lo admito, y eso es algo que quiero mejorar en los próximos meses.
Hay muchos proyectos dando vueltas que aún no quiero jinxear, así que por ahora me los guardo bajo llave. Pero los voy a ir compartiendo apenas tomen un poco más de forma.
Y por último, una confesión: quienes me conocen saben que mi vida no gira alrededor del arte (ni cerca), y tal vez por eso me sigue sorprendiendo el impacto que tiene este hobby en mi entorno. Las conversaciones que abre, la gente que se acerca, las puertas que se entreabren. Y también todo lo que se genera con ustedes, que me leen del otro lado, a veces en silencio, a veces con mensajes que me hacen el día. Así que gracias por estar acá, compartiendo este espacio conmigo.
Cuatro exhibiciones que no te podés perder (si todavía no las viste)
A pesar de estar bastante ocupada estudiando, por suerte me hice tiempo para ir a varias inauguraciones y visitas especiales a las que me invitaron. Si todavía no leyeron las reseñas que publiqué en la web, les dejo los links más abajo, pero quería aprovechar este espacio para contarles por qué creo que estas muestras son importantes y qué me dejó cada una de ellas.
La primera fue Viaje iniciático al Impenetrable chaqueño salteño en el Palacio Libertad. Esta muestra del Grupo Tartagal es mucho más que un despliegue de piezas: es un testimonio colectivo sobre el territorio, la espiritualidad y el vínculo entre comunidades originarias y prácticas artísticas contemporáneas. Hay algo profundamente honesto en esta exhibición, una forma de entrar en contacto con lo que muchas veces queda afuera de los relatos del arte hegemónico. Si les interesa el cruce entre arte, territorio y memoria, no se la pierdan.
La segunda fue Archivo de la Desobediencia (la calle) en PROA21, una muestra que funciona como una arqueología viva de las luchas sociales, políticas y feministas en Latinoamérica. Es una exposición incómoda en el mejor sentido: interpela, provoca y deja preguntas flotando. Si alguna vez sentiste que el archivo podía ser un acto de resistencia (o no sabías que podía serlo), esta muestra es el mejor ejemplo de cómo el arte puede documentar, amplificar y reorganizar lo que la historia oficial no siempre quiere contar.
También fui a Berni. Obras únicas, en el Museo Nacional de Bellas Artes, una exposición que se enmarca en la celebración por los 120 años del nacimiento del artista. Esta muestra funciona como una especie de cápsula del tiempo: no sólo nos permite reencontrarnos con obras icónicas, sino también pensar en la singularidad de cada pieza frente al mito del “Berni serializado” que muchas veces circula. Es un recordatorio de la potencia individual de su obra más allá del imaginario industrial o político que lo rodea.
Por último, pero no menos importante, Apnea: la pausa sumergida en el Museo del Agua, una muestra coral e hipersensorial que explora el tiempo suspendido, la respiración y el cuerpo como territorio. Fue una de esas experiencias donde el montaje, el sonido y la luz trabajan en sintonía para crear un espacio otro, íntimo y necesario. Si alguna vez sintieron que necesitaban detener el tiempo por un rato, esta muestra les va a hablar directamente al cuerpo.
Cada una de estas muestras, a su manera, aporta algo distinto a la escena actual: unas invitan al recogimiento, otras al archivo combativo; unas proponen una reflexión íntima, otras un posicionamiento político. Lo que tienen en común es que abren preguntas, rompen la linealidad y nos hacen pensar en cómo se construye la historia del arte (y desde dónde). Si tienen la posibilidad de ir a ver alguna, no lo duden. Y si ya fueron, ¡cuéntenme qué les parecieron!
Rumbo a ArteCo 2025
En medio de todo el torbellino académico y laboral de estos meses, hay una noticia que me tiene especialmente contenta: fui invitada a participar de ArteCo 2025, la feria de arte contemporáneo de Corrientes. No saben la alegría que me dio esta invitación, no solo por lo que significa a nivel personal y profesional, sino también porque me da la oportunidad de salir un poco del circuito porteño y sumergirme en una escena que viene creciendo muchísimo.
ArteCo es una de esas ferias que cada año gana más relevancia en el mapa federal del arte argentino. Es un espacio que visibiliza prácticas artísticas del litoral, promueve el encuentro entre artistas, curadores, gestores y público, y sobre todo, propone pensar el arte desde otras geografías, sensibilidades y modos de producción.
Voy a estar ahí participando de todas las actividades programadas, con muchas ganas de conocer a todos los artistas, colectivos y espacios que estén presentes. Así que si conocen propuestas que no me puedo perder o personas que sí o sí debería conocer, ¡me encantaría recibir sus recomendaciones! En estos eventos, lo mejor siempre pasa entre charla y charla, entre obras que no sabíamos que íbamos a descubrir.
Y por supuesto, estaré compartiendo desde allá todo lo que pueda para que ustedes también puedan sumarse, aunque sea a la distancia. Si quieren saber un poco más sobre lo que propone la feria este año, pueden leer la nota que escribí hace unos días acá.
¿Será que nos cruzamos en Corrientes?
Libros que se sumaron a mi biblioteca (y a mi mesita de luz)
Entre apuntes, clases, mails y entregas, también hubo lugar para el vicio más noble de todos: comprar libros. Hoy les quiero compartir tres que llegaron hace poco a mis manos y que me vienen acompañando en este momento tan movido.
El primero es El poder de los memes. Ideología, semiótica e intertextualidad de Bradley E. Wiggins. Un ensayo que analiza los memes como formas culturales profundamente ideológicas, donde se cruzan sentido del humor, construcción simbólica y discurso político. Ideal si les interesa pensar cómo circulan las imágenes hoy, qué las hace virales y qué decimos cuando las compartimos sin darnos cuenta. Spoiler: dice más de nosotros que de lo que creés.
El segundo es La utilidad de lo inútil de Nuccio Ordine. Este libro ya es un clásico contemporáneo, pero nunca está de más recordarlo. Es un texto breve, amoroso y necesario sobre por qué las humanidades, el arte y el pensamiento sin función aparente son esenciales para vivir una vida más digna, más crítica y más sensible. Si venís sintiendo que todo tiene que servir para algo, este libro es el antídoto perfecto.
Y por último, una joya personal: mi librero de confianza me consiguió un ejemplar firmado de One Way: Peter Marino. Sí, firmado. Es un libro-objeto que casi que ni quiero tocar, pero miro todas las mañanas como si fuera un talismán. La edición es un lujo, y su contenido —que mezcla arquitectura, arte, diseño y provocación— es de esos que te sacuden un poco la cabeza (y el gusto).
Tengo varios más para recomendar, pero estos tres son mis destacados del mes. Si los leyeron, los tienen o quieren sumar alguno a su biblioteca, me encantaría saber qué les parecieron.
Ah, y aprovecho para mandar un saludo especial a mi mejor amigo, que seguro está leyendo esta entrega (sí, vos). Le compré un libro como agradecimiento porque me estuvo ayudando a estudiar un montón estos últimos días, bancándose que le queme las neuronas en más de una ocasión. Gracias por eso.
Los libros también se regalan como gesto de gratitud, ¿no?
Adieu! Bye bye! Auf wiedersehen!
Y bueno, capaz esta Captura no tiene la intensidad o el despliegue de otras entregas. O capaz sí, pero yo la viví con esa sensación de estar más dispersa, con mil cosas encima que no me dejaban sentarme tranquila a escribirles. Sentí que los abandoné un poquito, y eso no me gusta. Pero también me di cuenta de algo: no hace falta esperar a tener algo espectacular entre manos para retomar el hilo. A veces, escribirles desde el presente más caótico y cotidiano también tiene valor.
Así que esta entrega es eso. Un volver, un compartir en medio del desorden, un poner en palabras aunque sea lo fragmentario, lo en proceso, lo que todavía no tiene forma del todo. Porque si algo me enseñó este proyecto es que siempre hay alguien del otro lado leyendo, pensando, resonando con algo. Y eso, créanme, no lo doy por sentado.
Si esta edición te despertó alguna idea, si tenés algo para contarme, o si simplemente querés saludar: escribime. Me encanta saber quién está del otro lado de estas palabras. Y si estás por Corrientes para ArteCo, quizás hasta nos cruzamos. Yo voy a estar con los ojos (y oídos) bien abiertos.
Hasta la próxima captura —ojalá menos demorada, o no, quién sabe— les mando un abrazo.
Julieta.